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Ser constante y mantener la motivación

Autor Jonathan López - June 6, 2016

Ya he leído en varios lugares algo que muchos ya saben:

La mayoría de las resoluciones que la gente se pone a finales del año para el siguiente, no pasan del mes de Enero.

Desde hace tiempo que estoy pensando en ello y me he dedicado a investigar. He aquí las conclusiones a las que he llegado.

A mi me pasa durante todo el año y es algo que odio. Trabajo durante un tiempo en mis metas, me esfuerzo, les dedico tiempo… y a los pocos meses todo cae en saco roto al abandonarlas y olvidarlas. Luego, vuelta a empezar. Es frustrante.

¿Por qué pasa? No es que se deje de querer alcanzar esas metas. Avanzar en tu carrera profesional, poner al día tus finanzas, ponerte en forma, mejorar o adquirir una habilidad, aprender un nuevo idioma, etc. Lo que realmente pasa es que se quiere abarcar mucho, uno se cansa, se desmotiva, empieza a pensar en otras cosas y abandona, o no se tienen hábitos sólidos que nos permitan alcanzar nuestros objetivos.

También la falta de concentración en la meta. Conforme pasan los días aparecen otras cosas, otras ideas y uno pierde el foco. Lo que ayer te llamaba tanto la atención, hoy ya no te atrae tanto y lo nuevo te llama más. Ya no tienes la motivación del principio y poco a poco desaparece.

Por lo tanto, la clave para conseguir las metas, ¿cuál es exactamente? Lo más complicado en la vida (para mí al menos), y según lo que he sacado de mi experiencia e investigación: ser constante y no perder la motivación.

Hay un montón de páginas web, libros, revistas, métodos y supuestos expertos y gurús que te prometen ayudarte a conseguir tus metas y objetivos. Cada cual de un padre y una madre. Pero todos, lo mires como lo mires, requieren esas dos cosas: constancia y mantener la motivación.

Muchos te explican lo que tienes que hacer o dejar de hacer, cómo organizarte, qué actitud debes tener, de qué color deben ser tus calcetines, etc. Pero ninguno te ayuda y explica cómo ser constante y mantener la motivación.

Entonces la clave está en cómo conseguir ser constante y no perder la motivación.

¿Por qué es tan difícil ser constante y mantener la motivación?

Estas son algunas que me complican a mí personalmente ser constante o el mantenerme motivado. Algunas ya las he corregido, en otras estoy trabajando y otras aun están en el tintero. Quizás para otras personas sean otras cosas. Esta es mi lista.

  • Es difícil porque requiere trabajo y es más cómodo estar echado en el sofá o en la cama.
  • Es difícil porque lo más cómodo no suele ser lo que más nos conviene: se necesita la autodisciplina.
  • Es difícil porque nos olvidamos de la importancia (valor) que tiene la meta o el objetivo para nosotros.
  • Es difícil porque nos distraemos con otros temas.
  • Es difícil porque intentamos alcanzar muchas metas a la vez y nos agotamos física, emocional y mentalmente.
  • Es difícil porque tenemos gente a nuestro alrededor que nos complica la vida en lugar de animarnos y apoyarnos.
  • Es difícil porque no tenemos buenos hábitos de organización o de trabajo.
  • Es difícil porque no hemos dedicado suficiente tiempo a aprender a usar bien las herramientas que necesitamos.
  • Es difícil porque los hábitos no se adquieren de la noche a la mañana.
  • Es difícil porque queremos las cosas ya, no somos pacientes y creemos que nos tienen que dar las cosas hechas.
  • Es difícil porque nos complicamos la vida nosotros mismos queriendo hacerlo todo perfecto.
  • Es difícil porque nos complicamos la vida nosotros mismos al no simplificar nuestro estilo de vida.
  • Es difícil porque nos equivocamos y a veces toca volver a hacer parte del trabajo hecho.
  • Es difícil porque no hemos sido concretos y claros en los objetivos y no podemos medir el progreso ni saber cuánto queda para alcanzar la meta.
  • Es difícil porque estamos re-inventando la rueda y no hemos investigado lo suficiente para aprovechar el trabajo que ya han hecho otros.
  • Es difícil porque el sistema comercial nos bombardea con la idea de buscar la satisfacción inmediata. Y la vida real no es así, las metas y objetivos valiosos necesitan mucho trabajo y tiempo.
  • Es difícil porque es más fácil y cómodo ser mediocre y conformarse con lo que nos vende la televisión.
  • Es difícil porque estamos acostumbrados a que los personajes del cine logren habilidades en un rato o sin esfuerzo.

¿Qué hacer al respecto?

No conformarse ni darse por vencido. Pensar y buscar un remedio a cada cosa que nos complica a cada uno de nosotros el ser constante y mantenerse en el tiempo motivado. Con lápiz y papel, analizarse y decidir qué hay que hacer, planificarse y hacerlo. Ir paso a paso, poco a poco.

He empezado investigando qué es la constancia, la motivación y lo que implican.

¿Qué es la constancia?

Según la RAE:

Constancia
“Firmeza y perseverancia del ánimo en las resoluciones y en los propósitos.”

En otras palabras, constancia es el hábito de mantener un esfuerzo que se prolonga en el tiempo. Se necesita “perseverar”, o lo que es lo mismo, mantenerse en la persecución de una meta pese a las dificultades o complicaciones que puedan haber por el camino.

¿Qué implica la constancia?

  • Esfuerzo continuado. La inmensa mayoría de las metas que valen la pena requieren esfuerzo y trabajo a lo largo de un periodo prolongado de tiempo. No existen los resultados rápidos. Cosechar los resultados de nuestro esfuerzo requiere mucho más tiempo del que nos gustaría o nos imaginamos. De nada vale invertir nuestra energía de un solo golpe o de manera esporádica. Conseguir una meta es más como un maratón, de nada vale salir muy fuerte si nos morimos de agotamiento a mitad camino y no llegamos a meta. Como en las carreras de maratón el esfuerzo debe ser continuado, organizado y distribuido de la manera correcta.
  • Autodisciplina. Es la habilidad que te permite tomar acción, seguir tus propias “normas” y “orden”, sin importar tu estado emocional o si te apetece o no seguirlas. Es la clave para no rendirse y continuar esforzándose por algo aunque estemos cansados. Es lo que nos ayuda a levantarnos de la cama aunque nos apetezca quedarnos 2 horas más. Es “sacrificarse” y no hacer lo que más nos place para hacer en su lugar lo que más nos conviene aunque sea difícil. También se suele conocer como “fuerza de voluntad”. Es como un músculo. Conforme se va desarrollando va adquiriendo más y más fuerza. Al igual que los músculos, se tienen que fortalecer poco a poco, no se puede levantar 100 Kg el primer mes de gimnasio. Con autodisciplina no importa si estás o no motivado, si quieres o deseas hacerlo, simplemente lo haces.

Analogías para entenderlo mejor:

  • El esfuerzo continuado seria el “fondo” o aguante que tiene un corredor para correr muchos kilómetros.
  • La autodisciplina sería la “fuerza” que tiene un levantador de peso. La forma de desarrollarla es análogo al levantamiento de peso. Empiezas por poco y de forma progresiva vas aumentado la dificultad (peso). Uno empieza por retos pequeños pero que te fuerza un poco la autodisciplina que tienes actualmente. Cuando ya lo llevas cómodamente, subes de nivel, otro reto o proyecto que te exija un poco más de autodisciplina.

¿Qué es la motivación?

“Motivación” viene del latín y viene a significar ‘causa de movimiento’. Son el conjunto de factores, internos o externos, que determinan en parte las acciones de una persona. Vine a ser la ‘razón’ o motivos por las que hacemos algo.

Al principio de cualquier proyecto, suele ser fuerte y nos da el empujón necesario para empezar a actuar. Es todo aquello que nos produce las “ganas” de obtener y conseguir una determinada meta.

¿Qué implica la motivación?

  • La confianza que tengamos en nosotros mismos de conseguir con éxito un objetivo. Si no te crees capaz de algo, ¿con qué ganas vas a intentarlo?
  • Cuánto valoramos la meta o el resultado que nos hayamos propuesto. ¿Si no valoras algo para qué te vas a esforzar por conseguirlo?
  • Qué distracciones tenemos y cómo las controlamos o gestionamos para que no nos afecten. ¡La clave! Tus esfuerzos y energía se deben concentrar lo máximo posible en tus metas, no en las distracciones.
  • Cómo percibimos el tiempo que requiere una meta u objetivo y el tiempo que esperamos que sea necesario invertir para alcanzarlo. A mayor tiempo percibido, menor motivación.

La motivación es como el combustible que nos mueve a actuar para lograr algo. Como cualquier otro combustible se termina agotando si no se repone. Cuando falla la motivación, es cuando hace acto de presencia la autodisciplina y nos mantiene en el camino hacia nuestra meta. Podríamos tirar de “autodisciplina” durante cierto tiempo, pero si no se renueva la motivación al final desistiremos en nuestras metas.

La motivación y la autodisciplina se complementan y son lo que nos ayudan a actuar.

Ahora toca meditar en cómo afectarían estas dos cualidades, constancia y mantener la motivación, a nuestra forma de ver las cosas y en nuestro estilo de vida actual. Imaginar cómo aplicarlas y lo que podríamos llegar a conseguir con ellas. No basta con saber qué son y qué implican. La teoría es muy fácil. La práctica ya es otro cantar….

Diciéndolo de la forma más fina y educada que se puede decir: Desarrollar y aplicar la constancia y mantener la motivación es ¡difícil de cojones! pero… no imposible.

¿Cómo mantener la motivación?

Analizamos los diferentes factores que implica la motivación. Alcanzando y manteniendo cada uno de ellos en el tiempo, lograremos (en teoría) mantener la motivación.

La confianza que tengamos en nosotros mismos de conseguir con éxito un objetivo.

  • Para ello hay que marcarse objetivos realistas. Acordes a nuestras habilidades actuales. Hay que ser humilde1 y realista con ganas de superación.
  • Plantearse los objetivos concretos, de forma que podamos medirlos y ver si los estamos o no alcanzando.
  • Tener claro desde el principio que vamos a fallar y que necesitaremos varios intentos para conseguirlos. Ser flexibles y aprender de los errores para corregir o adaptar la forma de llegar al objetivo marcado.
  • Planificar los pasos que necesitaremos para lograr la meta. Dividir para vencer.
  • No ser perfeccionista. Hacerlo bien, no perfecto.

Cuando se desgranan tanto y se ve claramente lo que va a costar alcanzar un objetivo o meta, se puede juzgar mejor si seremos capaces o no de lograrlo. Hay que ser conscientes de nuestras limitaciones pero también ser un poco exigentes con nosotros mismos y aspirar a un poco más. Nos ayudará a crecer y mejorar. Todo lo que vale la pena, cuesta.

Cuánto valoramos la meta o el resultado que nos hemos propuesto.

Es una valoración muy subjetiva y depende de cada uno.

Hay que visualizar el resultado, imaginarse que lo alcanzamos y cómo nos hace sentir. Pensar si realmente nos vale la pena. Ver si ese objetivo o meta está acorde con nuestros valores, preferencias y cualidades. Decidir si ese resultado esperado tiene un valor igual o superior al coste en tiempo y esfuerzo necesario.

Nadie, excepto nosotros mismos, debería imponernos sus metas por esta razón. No estamos obligados a iniciar o continuar con metas que no tengan ningún valor para nosotros.

Implica conocerse y analizarse honradamente. Dedicar tiempo a pensar y “hacer un presupuesto” para la meta que quizás vayamos a perseguir.

Qué distracciones tenemos y cómo las controlamos o gestionamos para que no nos afecten.

Las distracciones son todo aquello que nos apartan o nos roban tiempo de perseguir nuestras metas.

  • ¿Cuales son nuestras circunstancias? Una persona soltera con trabajo y sin hijos puede ponerse metas que quizás un padre o madre de familia con pocos recursos no podría o le resultaría demasiado costoso.
  • ¿Cómo afectan esas circunstancias a nuestra meta? Quizás tienes un trabajo con jornadas larguísimas, o tienes que cuidar de un familiar enfermo.
  • ¿Las podemos cambiar para centrarnos más en nuestros objetivos? Podrías cambiar de trabajo para tener más tiempo libre, dejar de ver tanta TV, levantarte más temprano…
  • Las obligaciones que tenemos, ¿son realmente necesarias? ¿nos limitan o nos obstaculizan a la hora de perseguir nuestras metas?
  • Identifiquemos cuáles son nuestras distracciones. ¿El correo electrónico? ¿leemos muchos blogs sin necesidad o sin un objetivo concreto? Cada uno tiene sus distracciones, pero hay que identificarlas claramente.
  • Seamos conscientes de cuanto tiempo nos roban las distracciones. Nuestra vida tiene una cantidad limitada de tiempo. Cada segundo que malgastes, jamás podrás recuperarlo. ¿Cuánto tiempo pasamos viendo vídeos de YouTube, películas o series?
  • La información que nos bombardea continuamente ¿nos anima y ayuda a continuar con nuestra meta?

Otra vez, implica conocerse y analizarse honradamente. Hay que saber donde se producen “perdidas” o “fugas” de tiempo para repararlas o tenerlas en cuenta para calcular cuanto nos costará realmente alcanzar una meta.

Vamos a fallar y necesitaremos varios intentos para conseguirlos.

No desistir. Muy muy muy pocas veces sale todo bien a la primera. Es normal y le pasa a todo el mundo. No nos rindamos, veamos esos fallos como pasos necesarios para aprender a hacerlo mejor.

Cuantos más fallos se cometen al tratar de hacer algo, más se aprende sobre ello. Siempre hay que tratar de aprender de cada fallo e ir cambiando y ajustando nuestra forma de actuar para mejorar. No se puede esperar que el resultado cambie si siempre hacemos lo mismo.

Cuando se trate de adquirir o cambiar un hábito, es normal que se falle y tardemos cierto tiempo en adaptarnos al cambio. Quien la sigue y la persigue la consigue.

Implica ser persistente. Continuar y “obligarse” a volverlo a intentar cuando solo nos apetezca rendirnos y tirar la toalla (otra vez autodisciplina).

Planificar los pasos que necesitaremos para lograr la meta.

Aquí es donde entran los sistemas de organización personal y de planificación. Cuando se tiene claro los pasos que hay que dar y nos hemos preparado, tenemos mayor confianza de que podremos lograrlo.

El tiempo es limitado. Es necesario saber distribuirlo bien para poder atender todas nuestras responsabilidades, tener tiempo para perseguir y alcanzar nuestras metas y no dejar que las “distracciones” nos roben el tiempo.

La organización personal2 es en sí un hábito que hay que cultivar y aprender. Tardaremos cierto tiempo en adquirirla. Pero nos ayuda a adquirir autodisciplina y otros buenos hábitos para conseguir cualquier otra meta que nos planteemos después.

Hacerlo bien, no perfecto.

Lo importante es llegar a la meta. ¿Es realmente necesario hacerlo perfecto? Seguramente no, hay que ser prácticos y lo más probable es que nunca se consiga. Somos imperfectos y siempre se podrá mejorar lo que hagas. ¿Para qué preocuparse tanto? Lo más probable es que a nadie, salvo a ti, le importe lo bien que esté hecho. Siempre habrá alguien que le vea pegas o lo haya hecho diferente o incluso mejor.

Más vale conseguirlo, que no lograrlo por haber querido hacerlo perfecto.

Esto es una actitud o forma de pensar y ver las cosas. Si tendemos a ser perfeccionistas hay que tener autodisciplina y ponerse límites claros.

La información que nos bombardea.

La información que recibimos puede ser una distracción o una fuente de motivación.

La dieta de la información que tengamos influye muchísimo en nuestra motivación. Si conseguimos que la mayoría la información que nos llega tenga una temática acorde con nuestra meta y objetivo estaremos muchísimo más concentrados y enfocados.

El ser humano está totalmente influido en su forma de pensar por la información que le llega. Uno no desea algo que no sabe ni que existe. La opinión sobre cierto tema puede variar según la información que recibamos. De ahí que el marketing y la publicidad, tanto comercial como política, tengan tanto éxito.

También influye en nuestro estado de ánimo. Si estamos rodeados de gente mediocre, pesimista o que simplemente se quieren aprovechar de nosotros, nos dirán cosas y transmitirán ideas que nos desmotivaran.

En cambio si empezamos a conocer casos de éxito o experiencias de otras personas que han logrado alcanzar nuestras metas (o parecidas) nos sentiremos más animados y capaces de lograrlo. Si nos rodeamos de gente que nos apoya o tienen la misma meta, nos motivaremos mutuamente. Nuestra determinación para alcanzarla puede crecer mucho más que si estamos solos.

Esta información proviene de amigos, familiares, compañeros de trabajo, foros de internet, asociaciones, clubs sociales, chats, blogs, películas, libros, revistas, vídeos, fotografías, redes sociales, música, nuestros propios sentidos, etc.

¿Cómo usar la constancia y la motivación para conseguir nuestras metas?

Cuando uno se plantea marcarse una meta, primero hay que ver si realmente tiene valor para nosotros y simplemente es un capricho momentáneo.

Si realmente tiene valor y creemos que vale la pena, toca ver cuánto esfuerzo va a necesitar. Toca planificar un poco. Dividir el proyecto en tareas más pequeñas, concretas y concisas. Medibles. Calcular aproximadamente cuanto tiempo va a requerir. Ver qué cambios en nuestra vida van a ser necesarios. Cuando tengamos todo esto más o menos claro, volver a pensar si realmente vale la pena la meta.

Más vale rechazar una meta u objetivo antes de iniciarlo que sentir la frustración y el fracaso por no poder alcanzarla y dejarla a medio hacer.

Creo que es clave para mantener la motivación a lo largo del tiempo. (Algo en lo que tengo que trabajar más)

Siguiente paso, si decidimos ir a por ella. Hacerlo. No esperar a mañana. Marcarse plazos realistas en el calendario. Aunque estos sean flexibles, tratar de ajustarse al máximo a ellos. Hacer una lista con las tareas o cambios con los que vas a empezar ya.

Los plazos nos permiten controlar y medir el progreso que vamos teniendo. Eso puede ayudarnos a motivarnos, el ver con entusiasmo como vamos llegando poco a poco a la meta. Lo bueno es que estos plazos nos los marcamos nosotros y podemos ir ajustándolos según las circunstancias y necesidades.

Contar a familiares y amigos que vamos tras esa meta. Eso te obligará o comprometerá “emocionalmente” a cumplir. Apártate de todos aquellos que sean negativos, no te apoyen o te digan que no lo conseguirás. Rodéate de gente que tenga las mismas metas u objetivos que tu o los más parecidos posibles. Es una motivación más para seguir adelante y no abandonar.

Vigila tu “dieta de información”. Sobre todo cuando navegas por Internet. Podrías preguntarte:

  • ¿De verdad necesitas toda esa información?
  • ¿Filtras con criterio selectivo lo que lees y lo que asimilas?
  • ¿Contribuye cada una de esas actividades a sacar lo mejor de ti? ¿y a perseguir mis metas?
  • ¿Qué persigues realmente cuando entras en esas webs?
  • ¿Entras “porque sí” o de verdad te están aportando algo?
  • ¿Realmente esa web merece que le dediques diez minutos de tu día?
  • ¿Es necesario que haga clik en todos esos enlaces?

Aquí yo fallo estrepitosamente. Siempre veo algo interesante o curioso que me distrae. Es algo que voy a tener que cambiar ya. Si consigo que la mayoría de la información que me llegue esté relacionada con mis metas, creo que conseguiré mantenerme más centrado y enfocado. Espero que así mi motivación no se “disipe” tan fácilmente.

Por último, ser constante. La parte más difícil, aunque no imposible. Hay gente que lo es, así que yo también puedo. Vale, pero… ¿cómo?

  • Marcarse un horario realista. Que incluya periodos de tiempo concreto para descansar y desconectar. Cumplirlo regularmente. Si fallamos no pasa nada, se vuelve a intentar, tantas veces como haga falta hasta conseguirlo. Se puede cambiar y adaptar a nuestras circunstancias cambiantes, pero hay que crear el hábito de tener un horario. Ayuda a no tener que decidir en cada momento qué hacer y a no descuidar ninguna responsabilidad.
  • Cuando no nos apetezca hacer algo, no pensarlo, empezar y punto. Ser firmes con nosotros mismos.
  • Buscar trucos que nos ayuden a hacer lo que no nos gusta. Ponerse música, darse un capricho al terminarla, hacer esas tareas en el momento del día que más energía tengamos, etc.
  • Apuntarse en un papel y repasar a menudo el por qué queremos alcanzar la meta.
  • Tener claras las tareas clave que realmente nos hacen avanzar hacia nuestro objetivo. Estas son las “importantes”.
  • Tener claro que las tareas “urgentes” no suelen ser las más “importantes” y no deben eclipsar a estas.
  • Quitar distracciones. Apagar teléfono, quitar notificaciones de redes sociales, email, etc.
  • Repasar qué hemos logrado y todo lo que nos ha costado llegar hasta ahí. Ver todo lo que hemos aprendido en el proceso.
  • Si nos sale mal, pensar por qué, tomar un pequeño descanso y pensar en qué tenemos que hacer diferente la próxima vez que lo intentemos. Apuntar qué se ha aprendido.

Estos son truquillos que me han ayudado a mi. Mientras lo he hecho, me he sentido mucho más productivo y eficiente. No solo con mis metas, también en el trabajo y quehaceres del día a día.

Los libros de autoayuda, revistas, webs o blogs y supuestos expertos o gurús pueden proponerte mil formas diferentes de organizarte o trabajar. Lo complicado está en no desistir y, aunque nos cansemos, no tirar la toalla ni dejar de hacer lo que nos propusimos en su día. Cada uno ha de pensar formas y ver qué se ajusta más y qué le ayuda a él para llegar a ser constante.

Para mantener la motivación, cada poco tiempo, ver cuanto hemos avanzado hacia nuestro objetivo. Qué nos queda por hacer. Planificar nuestros siguientes pasos. Ver qué se ha aprendido en el proceso. Realizar los ajustes que creamos necesarios, tanto en la meta final como en el método que estamos siguiendo. Importante: hacerlo con actitud positiva. Trata de sacar siempre alguna cosa buena, no solo lo malo.

Si se es positivo, hacer esto te da un subidón de motivación. Si eres negativo, cambia, esfuerzate por ver el lado bueno o te hundirás.

Por muy mal que lo hayamos hecho, seguro que estamos más cerca que al principio. Como mínimo habremos aprendido más acerca de nosotros mismos, en qué fallamos y en qué podemos mejorar. Con el esfuerzo que hemos realizado habremos madurado como personas. Felicitate porque ya no eres una persona que se conforma en la mediocridad, intentas cambiar y mejorar.

Lo ideal, empezar con metas sencillas y asequibles. Después no parar y tratar de superarse un poco cada día. Otro error que he cometido, pensar que de buenas a primeras puedo correr un maratón (metafóricamente hablando),

A mi me falta mucho para considerarme “constante” y mantener la motivación a lo largo del tiempo. Pero quiero serlo y voy a trabajar diariamente en ello.

Una de las mayores satisfacciones es el ver el resultado de tu trabajo y saber que lo has conseguido. Cuando se consiga avanzar, progresar en los objetivos o alcanzar las metas, “come, bebe y ve el bien por todo tu duro trabajo”.


  1. Según la ‘RAE’ es “la virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”↩︎

  2. Hay un montón de métodos y mucha información sobre el tema. El método que yo intento aplicar es el conocido como “Getting Things Done” (GTD) de David Allen. ↩︎


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